Fue un día soleado, con viento en calma, en el que hicimos una ruta desde Miraflores, subiendo primero al pico de la Pala (1,544 m), una subida continua, sin prácticamente respiro, por la solana, en la que nos iba sobrando toda la ropa. Más parecía que estuviéramos en plena primavera. Desde el pico de la Pala, pese a su modesta altura, las vistas son magníficas. A un lado tenemos la Pedriza, la Najarra y el puerto de la Morcuera; al otro, el puerto de Canencia, Cabeza de la Braña, el Mondalindo, el Pendón, Cabeza Arcón y la sierra de la Cabrera, por mencionar solo lo más próximo.
Continuamos ascendiendo, con pendiente algo más moderada, por la Cuerda de la Vaqueriza hasta hacer cumbre en El Marraz (1.866 m), marcada con vértice geodésico. Este será el punto más alto de la ruta, en el que aprovecharemos para comer y rematar la faena con turrón y algún polvorón, como es propio ya en estas fechas en que estamos.
A partir de aquí comenzaremos a bajar, sin seguir sendero alguno, salvando los accidentes del terreno por donde mejor nos parecía. Pasamos por delante de la entrada de la Mina El Cubero, que parece se explotó en el siglo XIX para extraer arsenopirita, de la que se obtenían pequeñas cantidades de plata. Posteriormente comenzó la extracción de wolframio.
Continuamos bajando en dirección al pueblo, pese a que un cartel nos indicaba que entrábamos en terreno privado. Finalmente nos toparnos con un pastor, al cuidado de un rebaño de cabras, que nos aconsejó seguir junto a un cercado de piedra hasta desembocar en la carretera que baja del puerto de la Morcuera. Caminando por el arcén, pasamos junto a la fuente de la Teja y la fuente Reña, y finalizamos la ruta en el pueblo. En total, 11,5 kilómetros y 750 metros de desnivel, realizando el recorrido en sentido contrario a las agujas del reloj. Las bravas del bar Llerja estuvieron bien.
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