La dificultad de esta ruta estribaba en su carácter lineal. Esto nos obligó a dejar algunos coches en el puerto de la Quesera, el punto final. Pero no crean que por ello renunciamos a tomarnos un café en Riaza. En la ermita de Hontanares estuvimos un buen rato esperando a los conductores, que volvieron del puerto de la Quesera en un solo coche. Sorpresivamente se nos unió in extremis Santi. Aunque tratándose de Santi la maniobra no sé si puede calificarse de sorpresiva.
Esperando a los conductores junto a la ermita de Hontanares
El recorrido fue más o menos el que voy a explicarles a continuación. Empezamos en la blanca ermita de Hontanares y subimos hasta el collado de la Fuente, donde alcanzamos el cordal que ya no abandonaríamos durante el resto de la ruta. Siguiendo el cordal pasamos por el pico Merino (1.800 m.), el Cerro Gordo (1.905 m.), el Cerro del Fontarrón (1.942 m.) y la Pradera de Zopégado, tapizada de gayuba, para alcanzar el pico de la Buitrera (2.046 m.), punto más alto de la ruta y vértice geodésico.
Ya estamos en el cordal
Santi ha visto algo, posiblemente un ratonero
Tenemos ya más cerca el pico de la Buitrera e incluso se distingue la explanada en que terminaremos
En la cumbre de la Buitrera y con aire plácido
Continuamos, cual llaneros solitarios, por todo el cordal, disfrutando de las preciosas panorámicas. Solo hicimos la preceptiva parada para el papeo. No me pregunten qué se comió porque ya han pasado diez meses desde que se hizo la ruta, pero teniendo en cuenta que se trata de una ruta con Sendas, apostaría a que se comió bien.
Se ven unos aerogeneradores al fondo, que deben ser los de la sierra de la Pela
Sucesivamente fuimos pasando por el collado de la Buitrera, el alto del Cervunalillo (2.011 m.), el collado del Cervunal y el alto del Parrejón (2.011 m.) para ir descolgándonos desde aquí hacia el puerto de la Quesera (1.710). En el tramo final fuimos dejando a nuestra derecha la ladera pizarrosa en la que se asienta el hayedo de la Pedrosa. Algunos no pudieron sustraerse a la tentación de contemplar de cerca las hayas con sus tonos otoñales y bajaron atravesando el bosquete. Los cogimos luego con los coches en una curva.
Embalse de Riofrío
En resumen, una ruta con fantásticas vistas, muy recomendable para hacer en otoño, un otoño que casi tenemos ya a la vuelta de la esquina y, como supone la vuelta al cole, me empiezan ya a dar pampurrias.
Esta misma ruta la hicimos en el otoño de 2006, pero en sentido inverso, y fue la primera a la que vino Maite la Sueca, si la memoria no me falla. La otra Maite estuvo acompañada por Selva. Y estaba también Rafita. Ah, qué tiempos. La nostalgia nos embarga.
Una última foto de la ruta de 2006
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