miércoles, 13 de agosto de 2014

Una accidentada invernal a Cabezas de Hierro (22 de febrero de 2014)

Está visto que las Cabezas de Hierro en invierno son una caja de sorpresas. Todavía no está lejana aquella subida en la que fuimos sorprendidos por la niebla engelante, un fenómeno meteorológico del que no podíamos ni sospechar.

Esta vez hubo también niebla y por momentos no veíamos prácticamente nada, avanzando a tientas. Hubo también ventarrón frío y desapacible, especialmente cuando alcanzamos la cumbre. En plena subida el ventarrón me arrancó la visera azul celeste del Banco Sabadell y la arrastró en un santiamén. Era una visera que yo mismo me había encontrado hacía un par de semanas. Lo sentí más que nada porque llevaba la divisa BS, con la que me identificaba.


Aquí la situación era aún soportable


Salimos de Cotos, como tantas veces, y queríamos subir hasta Cabeza de Hierro Mayor, remontando la canal de las Cerradillas. Estoy convencido de que sí subimos por la susodicha canal pero, a pesar de tirar de brújula, nos salimos de ella antes de tiempo y terminamos en Cabeza de Hierro Menor. En esta cumbre nos encontramos a dos chicas con síntomas de hipotermia que estaban desorientadas, por lo que tuvimos que hacer de improvisado comité de rescate. Así como lo oyen.

Las chicas habían llegado hasta aquí solas. Habían quedado en Cabeza de Hierro Mayor con unos amigos que iban a subir por las cascadas de hielo que se forman en la cara norte. No conseguian comunicarse con ellos para saber exactamente por dónde andaban. Pero llevaban ya más de una hora esperando en la cumbre y entre la llovizna fina y el fuerte ventarrón se estaban quedando heladas. Como la niebla se había cerrado completamente, habían perdido la referencia visual de por dónde bajar. Bebieron con fruición el té que José Antonio muy gentilmente les ofreció. Y aunque eran reacias a moverse de allí sin comunicarse con sus amigos, no les quedó otra que bajarse con nosotros. No tenía sentido quedarse ahí arriba con el tiempo que hacía.

La bajada la hicimos cagando leches. No estaba el horno para bollos y había que perder altura a toda pastilla. La visibilidad era escasa y me limitaba a seguir a las siluetas de los compañeros que iban abriendo la marcha.


Las dos desconocidas en el centro de la imagen


Ya más abajo, las dos rescatadas lograron comunicar con sus amigos y les pusieron al corriente de la situación. quedando con ellos en que se verían directamente en Cotos. Nosotros paramos al abrigo de unos pinos para comer un poco pero ellas, pensando que sus amigos estarían bajando por otro sitio, prefierieron seguir adelante.

Luego resultó que sus amigos, que eran cuatro, pasaron junto a nosotros unos 20 minutos después. Les informamos de que sus dos amigas habían seguido para abajo. Y poco más que contar. Nosotros seguimos bajando, ya con calma, y todavía tuve tiempo de echar unas fotos a la altura del refugio del Pingarrón. Otra odisea en Cabezas de Hierro. Ya verán cómo no es la última.


Refugio del Pingarrón

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