En este día primaveral, pese a estar todavía a comienzos de marzo, nos hemos desplazado hasta Patones de Abajo (710 m.), donde después de tomar el café en el bar Manolo, hemos acometido la vistosa ruta circular que a continuación les presentamos.
Nuestro principal objetivo era la subida al Cancho de la Cabeza por su vertiente meridional, lo que obliga a pasar de camino por Patones de Arriba (832 m.), uno de los pueblos más pintorescos de la Comunidad de Madrid, con sus casas tradicionales y sus muros recubiertos de lajas de pizarra, para tomar allí la Senda Genaro (GR-300), balizada con marcas de pintura blancas y rojas.
El sendero asciende por terreno pizarroso, cubierto de jaras, y al pie de la cumbre cruza el arroyo de las Cuevas, transitando luego durante unos metros por un empinado cortafuegos.
Desde la cumbre del Cancho de la Cabeza (1.264 m.), señalizada con vértice geodésico, se abren hacia el norte unas espectaculares vistas del embalse del Atazar. Sin embargo, no hay aquí el silencio que cabría esperar. Cada minuto y pico sobrevuela por encima nuestro un avión de pasajeros, lo que nos indica que estamos en la vertical de una ruta que soporta un elevado tráfico aéreo. Pero mayor es el rugido de las motos, que circulan en ambas direcciones por la sinuosa carretera que discurre a orillas del embalse.
Después de comer cómodamente unos metros por debajo de la cima, iniciamos el descenso, atravesando en este primer tramo un joven pinar hasta salir a la carretera que va a El Atazar, que cruzamos para seguir de frente. Luego debimos pasar muy cerca de la entrada a la cueva del Reguerillo, pero no me di cuenta.
Seguimos descendiendo en dirección a la presa del Pontón de la Oliva y entonces vino nuestro error, que fue tomar un camino a mano derecha que pasaba por entre una gran concentración de colmenas. En esta época las abejas suelen estar bastante activas y algunas nos hostigaron. Hubo quien se llevó algunos picotazos, con los consiguientes momentos de tensión.
Tras el incidente de las abejas, logramos bajar, campo a través, hasta la plataforma horizontal del Canal Viejo de Isabel II (o del Lozoya), que discurre ligeramente elevada sobre el terreno circundante, ofreciendo unas bonitas vistas de la vega del Jarama. Por debajo de la plataforma debe fluir, soterrada, la antigua conducción de agua, que data de mediados del XIX y que fue la primera que llevó el agua potable a Madrid (desde el río Lozoya hasta un surtidor de 12 caños que había en la calle de Fuencarral, junto a la iglesia de Montserrat, en un trayecto de 76 kilómetros).
Seguimos descendiendo en dirección a la presa del Pontón de la Oliva y entonces vino nuestro error, que fue tomar un camino a mano derecha que pasaba por entre una gran concentración de colmenas. En esta época las abejas suelen estar bastante activas y algunas nos hostigaron. Hubo quien se llevó algunos picotazos, con los consiguientes momentos de tensión.
Tras el incidente de las abejas, logramos bajar, campo a través, hasta la plataforma horizontal del Canal Viejo de Isabel II (o del Lozoya), que discurre ligeramente elevada sobre el terreno circundante, ofreciendo unas bonitas vistas de la vega del Jarama. Por debajo de la plataforma debe fluir, soterrada, la antigua conducción de agua, que data de mediados del XIX y que fue la primera que llevó el agua potable a Madrid (desde el río Lozoya hasta un surtidor de 12 caños que había en la calle de Fuencarral, junto a la iglesia de Montserrat, en un trayecto de 76 kilómetros).
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