domingo, 12 de marzo de 2017

Una circular entre la presa del Pontón de la Oliva y Alpedrete de la Sierra (4 de marzo de 2017)

La presa del Pontón de la Oliva comenzó a construirse a mediados del siglo XIX para llevar por vez primera el agua potable a la ciudad de Madrid y capital del reino. Pero esta obra de ingeniería no sirvió nunca para su propósito de remansar las aguas del río Lozoya, debido a las filtraciones del terreno. Vaya un fiasco. Un país de quijotes.

Nuestros compañeros dejaron el coche junto al aparcamiento que hay al pie del muro de la presa y echaron a andar por el GR-88, que remonta las aguas del río Lozoya.


Los meandros del río Lozoya


Es este un tramo fluvial de gran belleza, en el que el río discurre encajonado entre paredes rocosas y traza varios meandros. Los paredones de roca son muy apreciados por los escaladores, que hacen sus pinitos en las numerosas vías de escalada por aquí abiertas.




Hay quien trabaja en España


Hay que decir que este tramo del río Lozoya hace de divisoria entre las provincias de Madrid y Guadalajara.
Inicialmente nuestros compañeros caminan por tierras madrileñas pero al abandonar el GR-88 y cruzar la pequeña presa de la Parra por un puentecito se adentran, quizá sin ser conscientes de ello, en la provincia de Guadalajara.






Durante un rato remontan el conocido como Camino de los Cipreses, flanqueado por árboles de esta especie plantados en otro tiempo y cuidadosamente alineados.


Camino de los Cipreses














El pequeño pueblo de Alpedrete de la Sierra no llega a los 200 habitantes, pero no por ello deja de contar con su bar. Y ahí entran nuestros compañeros, que no desaprovechan la ocasión de tomarse un botellín, todo un lujo a mitad de ruta.












A las afueras de Alpedrete, excavadas en la roca, hay varias bodegas en las que los vecinos del pueblo solían guardar en tinajas el vino que ellos mismos elaboraban artesanalmente. Algunas de ellas se conservan aún en buen estado.










La vuelta al Pontón de la Oliva lleva a nuestros compañeros a atravesar las Cárcavas de los Perrillos, un paisaje erosivo de gran belleza, en el que la acción del agua ha ido modelando formas inverosímiles en la arcilla.


























Sin comerlo ni beberlo nuestros compañeros se han hecho casi 20 kilómetros, con un tiempo bastante mejor que el que daban dos días antes. Y la primavera ya está aquí, llamando a la puerta, como habrán visto en las fotos. Los rosales silvestres, los espinos y otros arbustos ya han echado flor.



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