Algunos dieron la bienvenida al 22, los dos patitos, en La Vera cacereña, visitando primero el Monasterio de Yuste y dirigiéndose después al cercano pueblo de Garganta la Olla.
El Monasterio de Yuste, construido entre los siglos XV y XVI, se sitúa en las estribaciones de la sierra de Tormantos, a dos kilómetros de Cuacos de Yuste, destacando sus dos claustros de estilo gótico y plateresco. Anexo al mismo, el emperador Carlos V se construyó un austero palacio al que se retiró al abdicar del trono, a principios de 1557, hasta su muerte, en septiembre de 1558.
Garganta la Olla es un pueblo recostado en la ladera de la Sierra de Tormantos y rodeado de cerezos y otros árboles. Conserva un interesante conjunto de arquitectura tradicional, además de la iglesia de San Lorenzo (siglo XVI), con su torre de estilo renacentista. La Casa de las Muñecas (calle del Chorrillo nº 3) fue un burdel en época de Carlos V, al que acudía su séquito con asiduidad. En un mirador se levanta una estatua dedicada a la Serrana de la Vera, un personaje de la mitología popular. Son de interés sus fiestas de la Quema del Judas (Sábado Santo) y de Las Italianas (2 y 4 de julio).
La Serrana de la Vera era, según una leyenda muy popular, que circulaba por la Sierra de Tormantos, entre Garganta la Olla y Piornal, una hermosa mujer de familia acomodada, llamada Isabel de Carvajal, que había huido de su casa para retirarse a vivir a las fragosidades de la sierra. Se decía que llevaba a su cueva a los hombres que encontraba en sus paseos para gozar con ellos y luego matarlos. La historia se hizo muy popular en toda Extremadura, quedó recogida en numerosos romances e incluso se incorporó a la alta literatura de la mano de Lope de Vega (Comedia Famosa de la Serrana de la Vera) o del ecijano Luis Vélez de Guevara (su obra teatral La Serrana de la Vera).
Allá en Garganta la Olla
en las sierras de la Vera,
donde el rey no manda nada
y la justicia no llega,
ni los hombres tienen miedo,
ni las mujeres vergüenza,
habitaba una serrana,
alta, linda, ojimorena,
blanca como pan de leche,
rubia como la canela...
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